Con vos me equivoque, creí que eras una compañera pero te terminaste convirtiendo en jueza de mis actos.
Sabias que ser yo, en ese momento, era difícil. Tenia que enfrentarme a la mismísima nada. Un enemigo invisible, incluso a veces creo que inexistente, pero estaba convencida de mi accionar bélico. Los demás nunca me importaron, caminar solo te da libertad de no caminar si no tenes ganas. Eso genero tus sentencias.
No me interesa colectivizarme. Si estudiase o hiciese algo seria solamente para pasar el rato. Por supuesto que al arte lo descarto, eso requeriría que esclavice mis horas a lo abstracto, y como máximo llegue a poner algún dibujito en una galería al lado de algún bohemio infradotado que usa remeras del Che Guevara. Y mucho menos escribir, la mujeres escritoras generalmente son mujeres que nunca se las cojieron como se debe.
No se si actué bien o mal, aborrezco caratular a las cosas por buenas o malas. Los cosas son o no, y punto.
Soy simplemente la hija de la diosa Pereza.(...)